Francisco nació en Paula (Cosenza), el 27 de marzo de 1416, hijo de Giacomo D'Alessio, apodado Martolilla, y Viena de Fuscaldo, una pareja de firme fe católica, devota en particular de San Francisco de Asís al que, incluso ya encontrándose en edad avanzada, le pidieron la gracia de un hijo.
Nacido pues, el primogénito, fue por ellos espontáneo imponerle el nombre de Francisco. A este primer niño se sumó pronto, otra hija: Brígida.
De niño, Francisco contrajo una forma grave de infección en un ojo, al grado de que los padres se dirigieron de nuevo en ruego al poverello de Asís, prometiéndole, en caso de curación, que el pequeño vestiría por un año entero (lo cual se llama famulato) el hábito de la orden franciscana. La enfermedad cedió con celeridad.
formación
Desde pequeño, Francisco fue particularmente atraído por la práctica religiosa, denotando humildad y docilidad a la obediencia. A la edad de trece años contó la visión a un fraile franciscano que le recordó el voto hecho por los padres. Acogido en el convento franciscano de San Marco Argentano (Cosenza), quedó, por un año, cumpliendo a la promesa de sus padres.
El año de famulato evidenció las aptitudes místicas del joven, incluidos aquellos fenómenos sobrenaturales que acompañaron toda su biografía, aumentando con ello su fama en vida y su culto después de la muerte. Durante este año de dedicación al convento, el pequeño Francisco se afanó en la observancia regular y en despachar las tareas más humildes de la casa como la limpieza de los suelos, la cocina, el servicio del comedor y la cuestación, y ya entonces practicó muchos ayunos y abstinencias.
Concluido el año, los frailes de San Marco Argentano habrían querido retenerlo, pero Francisco conservó el deseo de conocer otras modalidades de vida consagradas, inquietud que había albergado antes de hacer su elección.
En 1430 llevó a cabo, con su familia, una larga romería que, teniendo Asís como meta principal, incluyó algunos de los principales centros de la espiritualidad católica italiana: Loreto, Roma yMontecassino, también tocando los eremitorios del Monte Luco.
El lujo de la Ciudad Eterna lo impresionó negativamente, empujándolo, al parecer, a reprender al cardenal Cusano, a quien hizo notar que Jesús no tuvo vestidos tan suntuosos.
Regresando a Paula, inició un periodo de vida eremítica, utilizando un lugar inaccesible incluido en las propiedades de la familia y suscitando el estupor de los paulanos.
En 1435, otros se asociaron con esta experiencia, reconociéndolo como conductor espiritual.
Con los suyos, construyó una capilla y tres dormitorios, dando, de hecho, principio a la experiencia, todavía en curso, de la Orden de los Mínimos.
A las primeras adhesiones, muchos otras se añadieron, tanto que el 31 de agosto de 1452 el nuevo arzobispo de Cosenza, monseñor Pirro Caracciolo, concedió la aprobación diocesana, acto que comportó a la Orden la facultad de instituir un oratorio, un monasterio y una iglesia.
Y justo la edificación del nuevo monasterio fue la ocasión que los conciudadanos de Francisco utilizaron para certificarle su profunda consideración: hasta los nobles paolanos hicieron de obreros para acelerar con ello la construcción.
La fama de santidad de Francisco se difundió rápidamente, tanto que en 1467 el papa Pablo II mandó a Paola a un emisario para tener noticias sobre el ermitaño calabrés.
Regresado a Roma, el enviado pontificio, monseñor Baldassarre De Gutrossis, presentó una relación objetiva sobre la vida de ruego y austeridad que invadió el monasterio.
El 4 de julio del mismo año, cuatro cardenales firmaron la carta que concedió la indulgencia a los que habían contribuido a la construcción de la iglesia del monasterio de Paula, además de a los que la habían visitado.
En 1470 tuvo principio el proceso jurídico-canónico para la aprobación definitiva de la nueva orden de ermitaños. La "causa paulana" fue patrocinada por monseñor Baldassarre da Spigno.
El 17 de mayo de 1474, el papa Sixto IV reconoció oficialmente al nueva orden con la denominación Congregación eremítica paolana de San Francisco de Asís.
El reconocimiento de la regla, de extrema austeridad, vino en cambio con el papa Alejandro VI, en concomitancia con el cambio del nombre por aquel, todavía en uso, de Orden de los Mínimos. Con la aprobación, los eremitorios, sobre el modelo de aquel de Paola, florecieron en Calabria y Sicilia.
Paterno Calabro en 1472, Spezzano della Sila en 1474, Corigliano Calabro en 1476 y Milazzo en 1480, fueron el parteaguas. Francisco encontró mientras tanto estable morada en Paterno Calabro, que se volvió, por lo tanto, un punto de referencia esencial para la gente y para los pobres de su tierra.
Así los dirigió por consejos de carácter espiritual pero también por consejos puramente prácticos.
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